Compramos música, reproductores, autos, casas, destinos, sexo y poder. Compramos libros, compramos 90 minutos de nuestro alter ego reflejado en las pantallas, compramos juguetes, compramos minutos de aire para sentirnos escuchados, compramos perfumes, minutos de ejercicio, compramos adornos de tela. Compramos horas de conexión y también compramos sustancias para desconectarnos.
Compramos productos Light, momentos de diván, pastillas para sonreír, compramos mujeres que no se pueden tocar, héroes utópicos, revoluciones del pasado, nostálgicos oktubres rojos, conocimiento, falsas predicciones, religiones de todos los colores, avisos clasificados que ofrecen placeres usados, compramos y nunca tenemos, siempre seguimos pero nos falta algo.
Todo lo que compramos puede ser mostrado, nos reconocemos y nos reconocen pero siempre nos falta algo.
Nos venden mil recetas para evadirnos, nos venden la felicidad en fracciones, nos venden ilusiones, nos venden futuro, cuerpos esbeltos, ideologías, olores y sabores, boletos para viajar, nos venden remedios para enfermedades que también nos vendieron, nos venden sucesos aislados que seleccionan a su antojo, nos venden luces que siempre se apagan, nos venden paraísos artificiales, salud y alegría, felicidad y poder.
Nos venden de todo y nosotros lo compramos, nos venden el deporte codificado, el placer visual en forma de pecho.
Pagamos con tiempo para disfrutar del momento, vendemos nuestra salud para comprar medicina, vendemos horas fuera de nuestro hogar para conseguir una casa, invernamos en las oficinas para veranear en las costas, nos envolvemos en falsos disfraces, desconfiamos, sentimos miedo, nos escondemos, miramos atrás, evitamos la mirada del vecino, no queremos ver a nadie, nuestra felicidad esta fuera de nosotros, nos la pueden robar y vender, comprar, alquilar y prestar, seguimos buscando el reconocimiento del otro, ser escuchados y no escuchar, siempre pensamos que la placidez la podemos obtener fuera de nosotros, sin necesitar a nadie, pero de esta forma nunca dependerá de nosotros mismos, así nunca la conseguiremos.
Por Rodolfo Jorajuría, perdiodista y diskjockey oriental
Compramos productos Light, momentos de diván, pastillas para sonreír, compramos mujeres que no se pueden tocar, héroes utópicos, revoluciones del pasado, nostálgicos oktubres rojos, conocimiento, falsas predicciones, religiones de todos los colores, avisos clasificados que ofrecen placeres usados, compramos y nunca tenemos, siempre seguimos pero nos falta algo.
Todo lo que compramos puede ser mostrado, nos reconocemos y nos reconocen pero siempre nos falta algo.
Nos venden mil recetas para evadirnos, nos venden la felicidad en fracciones, nos venden ilusiones, nos venden futuro, cuerpos esbeltos, ideologías, olores y sabores, boletos para viajar, nos venden remedios para enfermedades que también nos vendieron, nos venden sucesos aislados que seleccionan a su antojo, nos venden luces que siempre se apagan, nos venden paraísos artificiales, salud y alegría, felicidad y poder.
Nos venden de todo y nosotros lo compramos, nos venden el deporte codificado, el placer visual en forma de pecho.
Pagamos con tiempo para disfrutar del momento, vendemos nuestra salud para comprar medicina, vendemos horas fuera de nuestro hogar para conseguir una casa, invernamos en las oficinas para veranear en las costas, nos envolvemos en falsos disfraces, desconfiamos, sentimos miedo, nos escondemos, miramos atrás, evitamos la mirada del vecino, no queremos ver a nadie, nuestra felicidad esta fuera de nosotros, nos la pueden robar y vender, comprar, alquilar y prestar, seguimos buscando el reconocimiento del otro, ser escuchados y no escuchar, siempre pensamos que la placidez la podemos obtener fuera de nosotros, sin necesitar a nadie, pero de esta forma nunca dependerá de nosotros mismos, así nunca la conseguiremos.
Por Rodolfo Jorajuría, perdiodista y diskjockey oriental
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